viernes, 21 de septiembre de 2012 0 comentarios

Estudiante V: Volver

Cuando miraba a su alrededor sólo veía recuerdos, tristes o alegres, pero recuerdos de otros tiempos pasados. Era el lugar donde lo había vivido todo, desde sus mejores risas hastas sus peores lágrimas. Allí aprendió a sufrir y también a levantarse. Allí quedaban marcados entre antiguos regalos las relaciones que se olvidaron en el insípido y mal nombrado odio. Cerraba los ojos y tan sólo pensaba en otro lugar, a noventa kilómetros de distancia; un lugar donde no hay recuerdos tan profundos que se claven dentro de él.

¿Por qué se le hace tan fácil vivir solo y tan lejos de casa? Porque allí donde está puede comenzar una nueva vida: ya no ser quien fue sino quien quiere ser. Sin fundamentos, sin apariencias. Vive la realidad de querer saber donde está y mantenerse como quien es. Se sorprende de que al volver a casa, todo sea distinto y, a la vez, tan semejante. Reencontrarse con viejos conocidos tiene ahora un cariz distinto; aunque en verdad apenas los viera antes, ahora cuando los ve la experiencia se nota distinta, como si fueran personas diferentes, de un remoto pasado que quizás quiere olvidar. Todo parece diferente, pero, en el fondo, él se siente el mismo

 
Ha ido y ha vuelto tantas veces que se está haciendo hombre de dos espacios alejados entre sí. Y ahora está parado en la frontera. Allí sentado, mientras el último autobus de la tarde llega para que pueda regresar a su nuevo hogar, él sigue esperando. En aquella estación donde recuerda todos los trenes que pasaron y las ocasiones que se marcharon para no volver.

Él ya tenía un nuevo billete en la mano. En aquella ocasión, no iba a desperdiciar ningún segundo. Porque si lo hiciera, nunca podría perdonárselo.
martes, 11 de septiembre de 2012 0 comentarios

Nos

¿Alguna vez te has visto a ti mismo rodeado de oscuridad? Allí, quieto, en medio de una oscuridad que no sabes de donde procede, pero que te rodea, ignorando qué hay más allá. En ese momento podemos hacer muchas cosas, algunos deciden quedarse quietos, esperando que alguna luz ilumine la habitación, otros comienzan a llorar con desesperación esperando que alguien los escuche, en otros casos hay quien comienza a correr buscando alguna salida. Tarde o temprano esos que corren pueden optar por quedarse quietos también, incluso de romper a llorar de la desesperación. Pero en otras ocasiones chocan con alguien, una persona que también forma parte de esa oscuridad que nos rodea, pero que comienza a formar parte de nuestro mundo cuando le damos la mano.

Y en ese momento, aunque la oscuridad nos sigue rodeando, comenzamos a caminar, sin huir, porque ya hemos encontrado a alguien que nos sostendrá cuando decidamos quedarnos quietos, a alguien que nos ayudará a seguir cuando queramos llorar. Incluso a alguien que nos dará motivos para sonreír. Sin embargo, no todo es luz en la otra persona. Todos tenemos una oscuridad que nos rodea, que surge, en gran parte, de nuestro interior, y acabamos por discutir, por invadir con nuestra oscuridad la oscuridad del otro. Esto ha provocado que muchos, de nuevo, se abandonen a esa soledad trágica donde sólo queremos correr, estar quietos expectantes o llorar.


¿Y qué buscamos realmente? Nada, realmente. Todos tenemos un tiempo, un tiempo concreto, y después nos abandonaremos mientras la oscuridad nos devora. Entonces, ¿qué pasará con nuestros pasos perdidos en la sombra? ¿Con nuestras lágrimas? ¿Con nuestra esperanza? Nada, no pasará nada. Porque todos nuestros problemas serán como el polvo que se disuelve entre tus manos. Desaparecerán.

Quedarán entonces las luces que encendimos en nuestro caminar. Quedarán los recuerdos en las otras personas a las que tomamos de la mano. Quedará el presente escrito en forma de pasado. Y la oscuridad tomará forma de palabra escrita. Y seremos velas que permitan leer cada una de esas palabras, en una historia que hablará de todo lo que hicimos, para bien o para mal. No habrá futuro, no habrá problemas. Porque toda nuestra historia se escribió en nuestra vida.

Sufrir por nuestro presente sólo alienta que, cuando éste sea pasado, sea demasiado tarde para descubrir que perdimos el tiempo sufriendo. Hay gente que espera quieta, expectante. Pero incluso en esa espera, hay cientos de luces por encender para poder ver a la persona que nos tomará de su mano para llevarnos lejos. A un lugar más allá de las fronteras de nuestra propia oscuridad.

Entradas populares

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
 
;