Se fue. Dejó la puerta cerrada como un punto final en una oración. Un párrafo que da por concluído el final de un capítulo con regusto a un Continuará no cumplido, dejando tras de sí el suave olor de un perfume que huele amargo. Se ha ido y todavía queda la esperanza de que vuelva, y con ellas, sus olores, sus te quieros nocturnos que rozaban el alba, sus rosas de plástico decorando la habitación con falso aroma a sueños por cumplir.
Permanece aún su fragancia roja, quemándose ante el amarillo de una primavera con sabor agridulce, entre agostos olvidables y febreros demasiado cortos.
Y la puerta se abre, y ya no sé qué fue sueño y qué pesadilla.
y vi que estuve muerto en el sueño,
y vi que con la vida estaba soñando.
y vi que con la vida estaba soñando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario