En los peores momentos de tu vida pensaste que todo era un agujero negro, que la vida no merecía la pena, que este mundo que te rodea es sólo algo que te hace daño, un lugar donde desearías no estar, donde ni siquiera quisieras traer a nadie más, porque nadie, piensas, nadie merece este sufrimiento al que todos llaman vida. Las lágrimas son sólo parte de un decorado que no aprecias, el único reflejo del dolor que te aprisiona el corazón y lo hace latir con fuerza, con tanta fuerza que impide que escuches nada más. Y ese sonido te aleja de los demás, piensas que nunca te entenderán, que ellos viven en un mundo más feliz, que nunca, nunca, han sufrido como tú. Te hundes en la negatividad de miles de días grises y no tienes motivos para sonreír. Todo lo que se expande a tu alrededor sólo una oscuridad que no alcanzas a ver.
Y no hay nada...
...que sea alegría en tu corazón.
Te pierdes entonces todos los motivos que tienes para sonreír.
Un atardecer. Una única foto. Alguien sonriendo. Un rayo de sol entre las cortinas. Un baile sin música. Un sueño bonito. Alguna canción olvidada en un rincón. La brisa de un día de verano. El frío que desprende el frigorífico en un día caluroso. Alguna comida deliciosa. Un comentario ingenioso. Un recuerdo único. La música de un concierto. Un viejo objeto que algún día olvidaste. Un juego infantil. Ver niños jugando en un parque. Un futuro deseado. Alguna ilusión aplazada. Un texto que te hace latir. Un número simbólico. Una voz que te emociona. Un viaje que nunca hiciste y lo estás deseando. Un proyecto en el que seguir trabajando. Un libro que espera en su página 75. Un perfume que te embriaga. Una respiración profunda y decidida. Un actor que olvide su guión y uno al que no le haga falta. Un mensaje que decidiste no borrar. Algún idiota del que ya no sabes nada. Un cumpleaños donde fuiste feliz. Un mes en el calendario que estés deseando ver llegar. Una puerta que siempre te dio miedo y que ahora puedes abrir. Todos los miedos que ya superaste y todos los que aún te quedan por superar. Todas las tonterías que algún día hiciste y todas las que sabes que acabarás haciendo. Un cristal que empañar y dibujar. Los trozos de algún puzzle por hacer. Un vaso de agua que te recuerde a mí. El último abrazo que recibiste y el próximo que te darán. Un beso que invisible se ha quedado marcado. Un chiste. Una imagen ridícula. Un error al hablar o un espejo al que sacar la lengua. Una vela que apagar. Una burbuja que estallar. Y todo un mundo de miles de cosas pequeñas que desearás enseñar a alguien a apreciar, aunque tú hayas perdido las fuerzas para apreciarlas.
Porque todo lo bueno se resume en el segundo en el que decidiste sonreír en vez de llorar.
1 comentario:
Mi mayor motivo para sonreír eres tú, al igual que eres también quien puede hacerme la persona más feliz de este mundo, como un buen día deseaste.
Te amo.
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