sábado, 20 de septiembre de 2014

Un mundo ausente

Cuando vuelvo a pasar por esas calles, solo siento la ausencia. No veo nada más que tu ausencia. Poco importa que el paisaje sea tan hermoso como siempre, que el atardecer ilumine con sus últimas fuerzas mis ojos y brillen en un ámbar ennegrecido. La naturaleza no ha sabido confortar tu pérdida y aún cuando sigo escribiendo, aún noto que vienes por detrás, me acaricias el pelo y te vas. Solo que sé que no estás, o peor, que no volverás, que es imposible que vuelvas.

Durante años me he preguntado por la muerte. Ahora que la tengo tan cerca, me pregunto más por la vida. Por esa vida que me devuelve los recuerdos, las miradas en las fotografías, tu voz en los vídeos. Nos pasamos el tiempo guardando la memoria para que después nos torture con su nostalgia. Con el tiempo pasado hemos creado una historia que nos hace llorar en nuestro presente desgraciado y que viene a ensombrecer los días venideros.


No sé qué es estar sin ti, porque allá donde miro, tú me miras. Sigues sonriendo eternamente. Y yo estoy aquí, solo, frente al tiempo taciturno, que me dejó las horas hastías de un mundo ausente.

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