A MB.
Cuando ella se marchó por aquella puerta, me quedé pensando en todo lo que había pasado entre nosotros, en cómo la había conocido, cómo habíamos vivido juntos estos últimos años y cómo sin saberlo surgió el amor entre nosotros. Por eso me sorprendió cuando diste aquel portazo y cerraste con él los años que pasamos juntos. Porque no te amaba. O porque no te quería como tú querías que te amara. Quizás vuelvas luego, lo deseo. Porque no sería la primera vez que me equivoco y tú provocas que me dé cuenta. Tú me señalas el camino a seguir, aunque a veces sea yo el que ilumine tus pasos. Supongo que vamos creando entre ambos las piedras a pisar en nuestro futuro. Por eso te envío esta falsa carta, por eso te hablo en el silencio de este salón en que no estás, pensando todas las palabras que no te he dicho, que ahora se me ocurren porque es el momento perfecto para desperdiciarlas en mi mente.
En verdad no te has ido. Ella sigue en esta casa, pero está como ausente. Llueve entre las calles y tú no sabes que estoy teniendo miedo. Que hay un miedo que me atenaza el alma. El miedo de no tener un futuro contigo. El miedo de no cumplir con aquello que siempre te he prometido. El miedo de olvidar las promesas. El miedo de que no seamos capaces de querernos en el tedio. Pero es un falso miedo. Tú lo sabes, yo lo sé: nos conocemos desde que tenemos memoria y nunca nos hemos fallado como para alejarnos. Hoy no espero que sea ese día.
Hoy espero darte más felicidad, un poco más, con el deseo de regalarte un día más. Porque un día más junto a ti es un motivo más para ser feliz. Hoy son veinticinco años, pero espero ver pasar muchos más en el calendario junto a ti. Ver tu cuerpo a mi lado cada despertar y cada noche, ver cumplirse nuestros proyectos, ver que los días atardecen y que pueden volver a amanecer, ver el mundo que nos espera. Cuando te diste cuenta de que te estaba mirando, te turbaste. Y con una solemnidad inaudita te dije:
-El futuro vive en la posibilidad de lo que hagamos hoy. Y hoy decido quererte.
Y supe que te decía la verdad.
En verdad no te has ido. Ella sigue en esta casa, pero está como ausente. Llueve entre las calles y tú no sabes que estoy teniendo miedo. Que hay un miedo que me atenaza el alma. El miedo de no tener un futuro contigo. El miedo de no cumplir con aquello que siempre te he prometido. El miedo de olvidar las promesas. El miedo de que no seamos capaces de querernos en el tedio. Pero es un falso miedo. Tú lo sabes, yo lo sé: nos conocemos desde que tenemos memoria y nunca nos hemos fallado como para alejarnos. Hoy no espero que sea ese día.
Hoy espero darte más felicidad, un poco más, con el deseo de regalarte un día más. Porque un día más junto a ti es un motivo más para ser feliz. Hoy son veinticinco años, pero espero ver pasar muchos más en el calendario junto a ti. Ver tu cuerpo a mi lado cada despertar y cada noche, ver cumplirse nuestros proyectos, ver que los días atardecen y que pueden volver a amanecer, ver el mundo que nos espera. Cuando te diste cuenta de que te estaba mirando, te turbaste. Y con una solemnidad inaudita te dije:
-El futuro vive en la posibilidad de lo que hagamos hoy. Y hoy decido quererte.
Y supe que te decía la verdad.
2 comentarios:
Me muero de amor con este precioso relato.
Es precioso y creo que yo incurrì en ese error de afirmar en que mi esposo no me amaba. Inseguridad de las mujeres o simplemente tristeza, quièn sabe.
Espero que ustedes lo haya podido solucionar. El final me ha dejado pensando que sì.
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