Mirando un cielo gris mientras mi cabeza da vueltas a la idea de cómo
el tiempo, al igual que las personas, cambia según creces. Aún podría
tirarme las horas de mi infancia leyendo cuentos entre las nubes y
sentir la inmensidad en algo tan pequeño como una estrella.
Podría
volver a dibujar corazones con los rayos de sol que alumbraron mi
adolescencia y perderme con la luna en busca de todos aquellos sueños
que quedaron atrás. Tiraré más fotos con el gris de las nubes y sentiré
la lluvia como el recuerdo de todas las lágrimas que podría contar mi
almohada.
Pero ahora sólo me quedaría con el atardecer, cuando los últimos haces
de luz colorean mi mirada con todos los anhelos y desvelos que mi
corazón guardó en secreto para que yo pudiera seguir volando a mi cielo
favorito: el cielo de tu cuerpo.