Cuando miraba a su alrededor sólo veía recuerdos, tristes o alegres, pero recuerdos de otros tiempos pasados. Era el lugar donde había lo había vivido todo, desde sus mejores risas hastas sus peores lágrimas. Allí aprendió a sufrir y también a levantarse. Allí quedaban marcados entre antiguos regalos las relaciones que se olvidaron en el insípido y mal nombrado odio. Cierra los ojos y piensa que en otro lugar, a 90 kms de donde está, no hay recuerdos tan profundos que se claven dentro de él.
¿Por qué se le hace tan fácil vivir solo y tan lejos de casa? Porque allí donde está puede comenzar una nueva vida: ya no ser quien fue sino quien quiere ser. Sin fundamentos, sin apariencias.
Vive la realidad de querer saber donde está y mantenerse siendo quien es. Se sorprende de que al volver a casa, todo sea distinto y, a la vez, tan semejante. Reencontrarse con viejos conocidos tiene ahora un cariz distinto, aunque en verdad apenas los viera antes, ahora cuando los ve la experiencia se nota distinta, como si todo hubiera cambiado, cuando sólo son sus ojos los que se endurecieron con la vida. Pero en el fondo, él se nota igual.
Él, que se creó una barrera de insensiblidad tras todas las derrotas que sufrió, espera un tiempo mejor que vendrá, disfruta, porque no está triste, porque ya no va a estar triste. No quiere dar más de lo que en verdad da y está fingiendo que no le importa, cuando sí lo hace. Porque no sabe definir donde están los límites y se pierde entre los pensamientos de los demás. Él, es peor que las sombras que mienten, porque al menos las sombras expresan lo que quieren. Él, se defiende de los argumentos queriendo decir que no es así: dejadlo en paz, él tomó sus decisiones y no tiene que ser como los demás.
No le gusta salir, no le gusta vivir así. Prefiere un café por la tarde que una copa en la noche. Unas cuerdas de guitarra que la música de una discoteca. Una partida de billar que una partida de a ver quien bebe más. Le gustaría bailar, pero hace tiempo que se volvió tímido y vuelve a pensar... que en otro tiempo nada fue igual.
Él, es un manazas al cuadrado, no sabe exactamente qué quieren los demás e intenta hacer lo que puede, se equivoca y vuelve a errar, le faltan explicaciones y se calla. Se calla porque él es así. A él le han dado cientos de oportunidades de tener otras vidas... pero él decidió no aceptar ninguna. Se mantiene fiel a su idea y sabe que así es feliz, porque él no encontrará la alegría en la marcha de un bar, sino en las conversaciones de paseos cerca del mar... o por rincones desde donde se vea la ciudad.
Y lo peor es que los demás juzgan sobre él. Piensan que pobre, no sabe vivir la vida, pobre, que se preocupa por los demás así porque sí, que se dedica a buscarse ocupaciones, ¿para qué? Para nada.
Él no piensa que algo pueda ser o no importante, sólo piensa que para la otra persona lo es, y si le preocupa, ¿qué más dará si es o no importante para él? Lo peor es el silencio y la distancia cuando él busca colaborar. Es cierto que a veces no entenderá, no comprenderá, pero se cansa, se cansa de que le den vueltas y entonces decide cortar, apagar, dormir y esperar... Siempre esperar a que llegue la calma.
Él es feliz así. Muchos dirán que pobre iluso, que verá su vida pasar sin disfrutar de lo que muchos han hecho, han bebido y han tenido. Pero él sólo se encogerá de hombros, sonreirá y contará un chiste malo que sólo él entenderá. No le importa.
Él es feliz así. Muchos dirán que pobre iluso, que verá su vida pasar sin disfrutar de lo que muchos han hecho, han bebido y han tenido. Pero él sólo se encogerá de hombros, sonreirá y contará un chiste malo que sólo él entenderá. No le importa.
1 comentario:
Porque no importa lo que puedan decir, pensar o hacer. Podrán juzgar aquello que es lo correcto, aquello que es lo que se debe hacer, que nadie mejor que uno mismo será el responsable de lo realmente adecuado.
Y todo eso porque eres tú, y nadie mejor que tú para serlo.
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