No voy a negártelo. He pensado en la muerte. He pensado en el final de un camino, en un mar inmenso, he pensado en todos los que ya esperan. Incluso les puse voz a través de mis palabras. Tampoco te voy a negar que he pensado en el tiempo, que me siento preso, que me aprieta en sus cadenas. Que un reloj es tan sólo muestra de la esclavitud a la que nos atamos. Una cruz que va pesando cuanto más piensas en ella.
Pero tampoco voy a mentirte. También he pensado en ti. He pensado en el camino que vamos a recorrer juntos, en los ríos por los que paseamos, en todos los que nos abandonaron y en aquellos que nos acompañan. Incluso he querido retratar los sentimientos vividos en cada texto que mis dedos pasearon como una melodía por las teclas negras de letras blancas. Voy a decirte la verdad: soñé con el futuro, con agarrar tu mano para no soltarla y no sentirme atado. Que un anillo será sólo la muestra de que decidí sobre mi destino. De que, llegado el momento, me convertí en amo de mi sí y en sí supe que te amo.
Y si pienso en tu nombre, huelo al mar que nos vio crecer, veo el cielo de nuestros atardeceres encerrados en papel, o en pantalla. Y si pienso en tu nombre, también veo el horizonte donde ese mar y ese cielo se unen. Y si pienso en tu nombre, será que no puedo tocarte, será que no puedo acariciarte, será que no puedo sentirte, tan sólo en el recuerdo de tus sílabas.
Debo serte sincero: el olvido nunca llegará. Todo ha quedado bajo tu marca. Como una luz que ha escondido a la sombra y ahora lo baña todo. Quemas con tus manos mis recuerdos y los grabas en un rincón donde las olas no llegarán a ocultarlas. Y sé que moriré -desdicha de todo hombre- recordándote. Y no creas que eso me duele, no malpienses, porque te intento expresar que esa es la mayor alegría con la que podré vivir: saber que durante todos esos días señalados desde algún momento inocente amé, amo, y fui amado, soy amado. Y nada hay mejor que saber que fue cierto.
Y no habrá, ni hubo, ni hay ningún error en pensar que es, fue y será un acierto.
El cielo está estrellado, dijo Neruda. La luna en el mar riela, dijo Espronceda. Y nosotros compartimos una luna con su inseparable estrella.
No será la que más brille, no será parte de ninguna constelación importante. Quizás sea un punto insignificante, si alguna luz en nuestro universo puede serlo. Pero no importa, será nuestra promesa. Será el punto que ambos compartimos en la cima de alguna vocal. La inseparable compañera de una luna que siempre está pendiente de su estrella.
Sólo tengo la certeza de que nos iremos y aún seguirá la estrella brillando, aunque muriera hace milenios, emite su luz a todo el universo, expandiéndose a distancia, dejándonos ver la belleza de algo que no debería tener tiempo y lo tiene.
Mi deseo es proyectar tu nombre como esa luz. Sellarlo en el acero, atarme al cielo, ser un loco. Porque es de locos amar y no quiero estar cuerdo si no puedo hacerlo. No sé adónde nos llevarán nuestros pasos, pero espero construir el cielo contigo. Cada 28 de diciembre alzar de nuevo las alas, con más fuerza que la anterior ocasión. Y volar juntos cuando llegue el alba.
Mi deseo es proyectar tu nombre como esa luz. Sellarlo en el acero, atarme al cielo, ser un loco. Porque es de locos amar y no quiero estar cuerdo si no puedo hacerlo. No sé adónde nos llevarán nuestros pasos, pero espero construir el cielo contigo. Cada 28 de diciembre alzar de nuevo las alas, con más fuerza que la anterior ocasión. Y volar juntos cuando llegue el alba.